miércoles, 16 de mayo de 2012

CCA ¿y ahora quién paga?

Se veía venir. Estaba en boca de todos. Pero no ahora, sino desde hace más de una década. Recuerdo en 1997, trabajando en el primer proyecto de CCA en Andalucía, cuando decíamos que si bien era un proyecto de ciudad, era sobre todo un proyecto empresarial. Que aunque contara con ayudas públicas en su impulso inicial, debía de ser un proyecto autosuficiente y dependiente de recursos propios con el paso del tiempo.

Creo que aquí estuvimos tan finos como el Fondo Monetario Internacional en predecir la reciente crisis financiera. Aunque la verdad es que expresábamos más un deseo que otra cosa, aún a sabiendas de que mucho había que mejorar en los centros urbanos comerciales para hacer frente a los nuevos formatos comerciales y grandes superficies.

En este arranque de finales del siglo pasado comenzó por toda España una carrera de ayudas públicas destinadas principalmente a tres colectivos: ayuntamientos, asociaciones y empresas. Ingentes cantidades que fueron destinadas a la adecuación del Urbanismo Comercial, a fomentar el asociacionismo y ayudas a la pyme comercial. 

Se trataba de apoyar a los tres principales agentes que intervendrían en la dinamización comercial de un centro urbano. El ayuntamiento adecua y acondiciona el espacio para la actividad comercial (peatonalización, mobiliario urbano, señalética comercial, etc), los comerciantes se asocian y cooperan empresarialmente (gestión y promoción comercial conjunta), y los comercios se modernizan y mejoran su gestión. Un planteamiento de los más coherente sino fuera porque mayoritariamente estos tres agentes no se han coordinado para actuar en un mismo espacio

Por lo general, los ayuntamientos veían en las subvenciones de Urbanismo Comercial una oportunidad de financiación para obras de calado en la ciudad, renovando las principales vías comerciales o no tan comerciales. Pasando a un segundo plano la idoneidad comercial de las intervenciones y el impacto comercial de las mismas sobre el tejido comercial existente.

Por otro lado, el asociacionismos empresarial creció al amparo de las subvenciones, tanto el tamaño de las asociaciones existentes como el número de nuevas asociaciones. Alcanzándose en las asociaciones presupuestos anuales muy elevados respectos a sus recursos y muy dependientes de las subvenciones,  que se destinaban principalmente a gastos de gerencia y promociones comercial (campañas de comunicación y animación comercial).

Aún habiendo teniendo en nuestras manos esta importante inyección económica, que no se volverá a repetir, no se han cohesionado los proyectos de Centros Comerciales Abiertos a la altura de lo invertido. En muchas ocasiones un excesivo apoyo externo, puede generar actitudes de acomodamiento que desencadenan en una cultura del subsidio que no nos permite progresar. 

Para que se consoliden los proyectos de Centro Comercial Abierto, el crecimiento debe de ser orgánico, de dentro y no tanto de afuera. En donde todos ponemos algo de nosotros, voluntaria u obligatoriamente, y del que todos somos participantes y responsables a la vez. Por lo que ahora toca pagar a todos los implicados, y en esto tiene mucho que decir los ayuntamientos por su capacidad de intervención y recaudación.

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