Se veía venir. Estaba en boca de todos. Pero no ahora, sino
desde hace más de una década. Recuerdo en 1997, trabajando en el primer
proyecto de CCA en Andalucía, cuando decíamos que si bien era un proyecto de
ciudad, era sobre todo un proyecto empresarial. Que aunque contara con ayudas
públicas en su impulso inicial, debía de ser un proyecto autosuficiente y
dependiente de recursos propios con el paso del tiempo.
Creo que aquí estuvimos tan finos como el Fondo Monetario Internacional
en predecir la reciente crisis financiera. Aunque la verdad es que expresábamos
más un deseo que otra cosa, aún a sabiendas de que mucho había que mejorar en
los centros urbanos comerciales para hacer frente a los nuevos formatos
comerciales y grandes superficies.
En este arranque de finales del siglo pasado comenzó por
toda España una carrera de ayudas públicas destinadas principalmente a tres
colectivos: ayuntamientos, asociaciones y empresas. Ingentes cantidades que
fueron destinadas a la adecuación del Urbanismo Comercial, a fomentar el
asociacionismo y ayudas a la pyme comercial.
Se trataba de apoyar a los tres principales agentes que
intervendrían en la dinamización comercial de un centro urbano. El ayuntamiento
adecua y acondiciona el espacio para la actividad comercial (peatonalización,
mobiliario urbano, señalética comercial, etc), los comerciantes se asocian y
cooperan empresarialmente (gestión y promoción comercial conjunta), y los
comercios se modernizan y mejoran su gestión. Un planteamiento de los más
coherente sino fuera porque mayoritariamente estos tres agentes no se han
coordinado para actuar en un mismo espacio.
Por lo general, los ayuntamientos veían en las subvenciones
de Urbanismo Comercial una oportunidad de financiación para obras de calado en
la ciudad, renovando las principales vías comerciales o no tan comerciales.
Pasando a un segundo plano la idoneidad comercial de las intervenciones y el
impacto comercial de las mismas sobre el tejido comercial existente.
Por otro lado, el asociacionismos empresarial creció al
amparo de las subvenciones, tanto el tamaño de las asociaciones existentes como
el número de nuevas asociaciones. Alcanzándose en las asociaciones presupuestos
anuales muy elevados respectos a sus recursos y muy dependientes de las
subvenciones, que se destinaban
principalmente a gastos de gerencia y promociones comercial (campañas de
comunicación y animación comercial).
Aún habiendo teniendo en nuestras manos esta importante
inyección económica, que no se volverá a repetir, no se han cohesionado los
proyectos de Centros Comerciales Abiertos a la altura de lo invertido. En
muchas ocasiones un excesivo apoyo externo, puede generar actitudes de
acomodamiento que desencadenan en una cultura del subsidio que no nos permite
progresar.
Para que se consoliden los proyectos de Centro Comercial
Abierto, el crecimiento debe de ser orgánico, de dentro y no tanto de afuera.
En donde todos ponemos algo de nosotros, voluntaria u obligatoriamente, y del
que todos somos participantes y responsables a la vez. Por lo que ahora toca
pagar a todos los implicados, y en esto tiene mucho que decir los ayuntamientos
por su capacidad de intervención y recaudación.
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